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Los microcopys (casi) siempre han estado ahí

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Los microcopys (casi) siempre han estado ahí

Eso de escribir es cosa del pasado. Al menos, escribir mucho. Ahí tenemos Twitter, petándolo con su sistema de microblogging. O Instagram, que es una red social en auge y visual. Pareciera que ahora sólo necesitamos ver el icono de una casa para saber que esa es la home y poco más. De eso se trata el diseño UX, al fin y al cabo: de las fuentes, la organización, los iconos, los colores… Y ya. Total, eso de poner “Tiene un mensaje nuevo” o algo así lo puede hacer cualquiera, ¿no? ¿Qué es eso?

Pues eso es copywriting. Son copys. O microcopys. Y tiene tanta cabida en el diseño UX como cualquier icono. O incluso más.

¿Qué es eso de los microcopys y qué tienen que ver con el diseño UX?

Al igual que un buen diseño UX exige que nos pongamos en la piel del usuario, un buen copy exige que nos pongamos en la piel del lector. Sobre todo ese lector que ya no tiene tiempo para leer más de cinco líneas. Es aquí donde entran en juego lo UX writers: copywriters le dan tono y forma a la experiencia de producto con textos que ayudan al usuario a completar una tarea.

Estos textos, llamados  microcopys, se introducen en una interfaz para ayudar al usuario a hacer algo. Lo que sea. Desde ingresar su cuenta personal hasta inscribirse en tu newsletter semanal. Lo importante es que el usuario sepa lo que tiene que hacer ahí y lo haga.

Un ejemplo de microcopy muy recurrido es el clásico texto que te indica que en un proceso de compra no van a cobrarte nada hasta sin avisar. Este ejemplo resume la esencia del microcopy: información básica que tranquiliza al usuario y le facilita la interacción con una aplicación o página web concreta.

microcopy-airbnb

Pero, espera… ¿Qué hace que un copy sea un microcopy?

Un microcopy tiene cuatro características que lo diferencian de un copy al uso:

  1. Es una palabra o frase corta: ágil, fácil de leer y comprender.
  2. Es enfocado: acompaña al usuario mientras realiza la acción que le estamos pidiendo.
  3. Es concreto: se encuentra dentro de un contexto para que el usuario pueda realizar la acción con la mayor facilidad posible.
  4. Es más poderosa de lo que parece: puede convertirse hasta en una imagen de marca.

Un buen microcopy maximiza la experiencia del usuario hasta límites que ni él mismo se imagina. Se anticipa y responde a una serie de cuestiones importantes que no se había llegado a plantear pero le interesan. ¿Nunca te has registrado en una página y has resoplado de alivio con el clásico mensaje de que no te van a bombardear a spam? ¿O con ese constante mensaje que te dice que aún no has comprado nada en ninguno de los siete pasos anteriores durante el proceso mientras tú temías por tu tarjeta de crédito?

Y lo mejor del microcopy es que crea un vínculo entre usuario y marca, ya que recurre a la emoción para mejorar la conversión. Un buen ejemplo de este uso es el que vemos en Facebook y en Twitter, donde sus microcopys para animarnos a publicar contenido se han convertido en toda una imagen de marca. No ocurre lo mismo en LinkedIn, que bien podría servir como ejemplo de micrcocopy poco elaborado y que pasa desapercibido. 

Microcopy redes

Que Netflix te pregunte quién está sentado en el sofá en vez de pedirte iniciar sesión humaniza al usuario. Que Mailchimp te diga que ha habido un error con tu cuenta porque tu usuario o tu contraseña no coinciden pero pueden ayudarte te indica dónde está el error y cómo solucionarlo. Que Facebook añada en su formulario de registro que es gratis y siempre lo va a ser crea confianza. Y todo esto, aparte de buenos microcopys, también es diseño UX.

Por muy visual que se vuelva la sociedad, las palabras siempre van a tener cabida en este mundo. Otra cosa es que sean muchas o pocas. Aunque las mejores experiencias de usuario no necesitan muchas palabras, porque son intuitivas, pero las necesitan igualmente. Por eso los microcopys (casi) siempre han estado ahí. ¿Te habías dado cuenta?

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