Big Data, Inteligencia Artificial, Machine Learning son las grandes tendencias actuales en innovación. Todas tienen en común que dependen de la interacción de las personas con la tecnología. Los usuarios dejamos datos navegando por la red y los algoritmos inteligentes aprenden en función de nuestros comportamientos e historial. La moraleja es sencilla, cuanta más interacción, más posibilidades de innovación. Sin ella, los algoritmos son papel mojado.
Facebook está acusando el golpe tras el escándalo de Cambridge Analytica. Además del desgaste de la propia red y la pérdida de interés, Facebook se percibe como un entorno hostil y sin privacidad. De poco sirve que la red nos permita configurar mil veces nuestra privacidad. Aunque aumentar el control sobre nuestros datos es positivo, lo cierto es que es insuficiente para lograr la confianza del usuario medio. Lo que queremos es navegar sin miedo a qué se hará con nuestros datos y sabiendo que mantendremos nuestro anonimato.
Regulaciones que van orientadas principalmente a la transparencia y el control de los datos, son magníficas pero deja demasiadas cosas en el lado del usuario. Pueden ser interesantes para personas con altos conocimientos técnicos y jurídicos, pero el 99% de la población no será capaz de hacerlo o directamente preferirá dejar de usar la plataforma para cosas delicadas.
Leyes que obligan por ejemplo a que tengamos que cerrar la ventanita que informa del uso de cookies cada vez que accedemos a una página web son sencillamente absurdas. Habrá que regular qué se puede o no se puede hacer con las cookies, pero que los usuarios leamos cientos de veces al día mensajes similares en todas y cada de las webs que visitamos es sencillamente ridículo. TODAS las webs tienen Google Analytics. El aviso sencillamente no resuelve nada.
Durante décadas se ha hecho investigación de mercados y no hemos tenido tantos problemas. Millones de personas responden a encuestas cada día aceptando que sus respuestas serán tratadas con confidencialidad y que no tendrá la más mínima consecuencia en sus vidas contestar a cosas tan delicadas como a qué partido político votarán.
Por lo tanto yo creo que la regulación tiene que ir orientada a impedir prácticas que estén fuera de la lógica básica de la investigación de mercado y la personalización del servicio. Que una aplicación de una linterna nos pida acceso al micrófono es algo que no se puede permitir, no es algo que el usuario deba impedir. Que la aplicación de la liga de fútbol utilice este micrófono para espiar a los bares emiten fútbol es un abuso. En estos casos no nos debería hacer falta ni transparencia, ni avisos, ni controles de privacidad. Son aplicaciones que deberían retirarse.
Buscar unas regulaciones que satisfagan a todos y que haya un debate público sobre estos temas, sí que pueden ayudar a establecer de nuevo un clima de confianza. Internet, la inteligencia artificial o el big data pueden dar lugar a infinitos beneficios sociales, crear puestos de empleos cualificados, fomentar una publicidad más racional y abrir la oportunidad a pequeñas empresas para llegar a nichos concretos.
Para que esto sea posible no debemos esperar que el usuario tenga el control de sus datos, sino que tenga confianza. Saber que pise donde pise, no se hará nada perjudicial con sus datos. Lo que es aceptable y lo que no en cuanto al uso de esta información es algo que tenemos que abordar como sociedad y no responsabilizar a cada individuo.
Analista de datos digitales especializado en social media en RTVE. Co-fundador de Concepto 05. Profesor de análisis y estrategia digital en Instituto Europeo de Diseño y EOI.