El aterrizaje del community manager en España se produjo entorno a 2008. Por aquel entonces, pocas marcas se aventuraban a explorar las posibilidades de un ecosistema digital que les causaba más vértigo que entusiasmo. Los early adopters campaban a sus anchas por Twitter. Tuenti vivía sus años de gloria entre los usuarios más jóvenes a quienes dar el salto social hacia Facebook les parecía un poco temerario.
Entre 2010 y 2012, la formación de este perfil profesional se extendía y se posicionaba como el superhéroe de la comunicación online para las marcas que, paso a paso, iban apostando por una gestión estratégica de las redes sociales y monitorización de su reputación online. Algunas compañías lo hacían por voluntad propia y otras simplemente para contrarrestar a aquellos competidores que llevaban tiempo actuando y escuchando activamente las opiniones de los consumidores en la red.
El ciclo de madurez de redes como Twitter, Facebook o Linkedin alcanzó su punto álgido en 2012. La función principal del community manager era -y sigue siendo- encarnar la voz de las marcas en redes sociales, pero también saber interpretar las métricas para mejorar la interacción entre empresa y seguidores. En este punto, conceptos como el social branding, la humanización de la marca y la atención al cliente 2.0 entraban en juego por completo.
Las dudas sobre la importancia de tener presencia online se habían esfumado, mientras que el marketing online reafirmaba su relevancia con intensidad hacia 2013. La percepción entorno a la figura del community manager empezó a asociarse con una disciplina polivalente capaz de cubrir otras ramas digitales como el SEO, e-commerce o analítica web. Esta tendencia llegó sobre todo desde empresas con menor capacidad de inversión para contratar a múltiples perfiles, cuyas cualidades variaban en un mismo candidato.
La especialización se demanda menos, excepto en organizaciones de mayor dimensión como las de agencias digitales, consultorías o grandes empresas que estructuran sus departamentos de Social Media con profesionales diferenciados entre estrategia y gestión.
El constante contacto con profesionales y estudiantes dentro de nuestra Escuela05 nos ha permitido experimentar de cerca la evolución de habilidades que se buscan en un community manager desde 2008 hasta la actualidad.
Los cambios volátiles anunciados casi semanalmente desde las plataformas han revolucionado mucho la gestión de las redes sociales y el alcance de los KPIs en los últimos tiempos. Factores como el crecimiento del content marketing, la popularidad de plataformas mucho más visuales como Snapchat o el aumento en el uso de bots y adblockers van transformando día a día las dinámicas de gestión.
Tras hablar y debatir con algunos alumnos y otros expertos, compartimos a continuación cuáles las cualidades añadidas más recomendables con las que completar este perfil profesional:
A Matt Damon le habría venido bien saber que hay agua líquida en #Marte: https://t.co/oVjdRYNZbQ pic.twitter.com/fMKnZlW4vk
— GE Iberia (@GE_Iberia) noviembre 9, 2015
‘Un CM de hoy en día tiene que tener sobre todo creatividad. Tanto para los contenidos como para la parte gráfica’. Jessica Bardanca. Social Media & Community Manager en Wobybi
El mayor reto es capaz de controlar todas las herramientas de análisis y métricas y, en consecuencia, ser capaz de obtener unos resultados positivos en menos tiempo para el cliente. Por supuesto ser capaz de adaptarse y reinventarse continuamente es también fundamental. Macarena Alonso, consultora de comunicación en RGTogether y alumna de Escuela05.
La falta de especialización se refleja a diario en las ofertas de empleo , actual termómetro de un mercado que indican como el community manager, en muchos casos, es sinónimo de gestor de marketing online para las empresas.
¿Cuál es vuestra experiencia hasta el momento? ¿Qué otras aptitudes añadiríais? 😉