En enero de este mismo año (¡qué lejos queda ya!) escribía yo mi post declarando con contundencia que dejaría Instagram y exploraría otras redes especializadas en fotografía. Durante estos seis meses, me he dedicado en cuerpo y alma a hacerme un hueco en EyeEm. He disfrutado y aprendido. También he tenido el privilegio de conocer el trabajo de muchos buenos fotógrafos.
Sin embargo, algo me faltaba. ¿Qué era? ¿Qué tenía Instagram que no tenía EyeEm?
Hace 3 meses, se podía leer en Instagram Blog: «Some moments, however, need more than a static image to come to life». Era la presentación oficial de Instavídeo. Yo ya había estado probando Vine para una marca de moda y personalmente no tenía mucha curiosidad por las imágenes en movimiento pero, como así somos los que somos así, tenía que probarlo:
Así que volví a Instagram: volví a ‘ver’ a través de los ojos de la gente que conozco en persona, volvieron a taggearme, volví a colgar una foto y a recibir comentarios más allá del ‘oh, awesome’… Volví a sentir ‘comunidad’.
En una de las conversaciones05, surgió un concepto denominado ‘externalidades de la red‘. Así que, revisando la información al respecto, he podido darme cuenta de que esta ‘sensación’ mía está estudiada (tanto desde un punto de vista sociológico como marketiniano), se basa en la archiconocida sentencia de Aristóteles “El hombre es un ser social por naturaleza” en su ‘Política’ y es la clave de las estrategias de lanzamiento de nuevos productos en la actualidad o del éxito de determinadas redes sociales.
Según Antonio Matarranz, las externalidades de red se producen en el momento en el que el valor de un producto aumenta cuando lo hace su base de usuarios y generan un efecto de realimentación positiva en el mercado.
Lo explican perfectamente en el artículo de Economy Weblog: “Es el objetivo que persiguen las compañías de teléfono, cuando nos ofrecen un precio más barato por llamar a otros números contratados con el mismo operador, o la utilidad de Facebook, que es mayor cuanta más gente esté dentro de la red global, ya que hay más posibilidades de estar conectado con más amigos y tener un acceso más sencillo a todos ellos.”
Los efectos de red también pueden ser negativos, como es, según mi punto de vista, el caso de Google +: “tal como exponen J. Goldenberg, B. Libay y E. Muller en ‘The Chilling Effects of Network Externalities’, se ha comprobado que las externalidades pueden crear también un efecto de ralentización porque muchos clientes potenciales adoptan un comportamiento de esperar y ver y posponen su decisión hasta que otros adoptadores les proporcionen mayor utilidad antes de adoptar ellos mismos.”
Así que, no voy a inventarme nada. Todo está investigado, dilucidado y contrastado. Aquella sensación al leer un blog de que la persona que escribía no aportaba nada nuevo pero que se había convertido en un egoblogger con nosécuantos seguidores y venía a llamarse influencer, tiene su explicación también si nos basamos en las externalidades. Si has atraído a suficientes seguidores, llegarán más y más. Por eso el tan manido ‘mejor calidad que cantidad’ no siempre es necesariamente cierto. Por mucho que queramos evangelizar sobre ello.
Podemos ir aún más lejos. En un interesantísimo artículo, cuya lectura recomiendo fervientemente, Ismael Peña López analiza las redes sociales y las externalidades finalizando con una contundente aseveración: «el análisis de redes sociales nos ayudará a comprender mejor la economía, la política, los movimientos sociales, la educación, el ocio… porque las instituciones o bien se transformarán radicalmente o bien desaparecerán. Las que se transformen adoptarán, casi con total seguridad, estructuras reticulares que faciliten a los ciudadanos tejer sus relaciones alrededor de un interés común. Las que desaparezcan, lo harán porque una red, emergente, descentralizada, habrá tomado su lugar. La institución será la red. »
No more. No lucharé más contra lo común, contra lo mainstream. Me ocurrió lo mismo con Spotify y Grooveshark. ¿Adivinas dónde escucho música ahora? 😉
Y es que ¿cómo perderse a Bego haciendo de las suyas y explotando su creatividad y belleza? Esta increíble CM, cuya biografía en Twitter versa ‘Vivía en las #redessociales y ahora vivo de ellas. Llámalo Community Management o suerte :)’, es la personificación del buen hacer y las ganas de romper moldes.
Filóloga enamorada de la Gran Red desde que el ‘tuiii-ti-tituti’ del router llegó a tu casa. Recolectora incansable de las luces que pululan a través de los blogs, las redes sociales y la vida en general.