Las claves de un discurso 2.0
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Las claves de un discurso 2.0

Siempre he pensado que una de las formas más efectivas de medir la importancia de un discurso es ver la variedad de opiniones que éste es capaz de generar. Durante la semana pasada el discurso de Alex de la Iglesia ha logrado emocionar a miles de personas y éstas lo han dejado patente en la red.

María Salas, desde la óptica de la gestión cultural, ha dejado claro en su blog que Alex ha abierto una vía de salvación para la cultura con su discurso, rompiendo con la tendencia de criminalización de la red que suele hacer este sector. Inés Gómez Plaza o @abrelatas también hacen hincapié en el uso del concepto de ciudadanía, en vez de internautas. Un gran matiz que ayuda a entender que lo que pasa en el llamado mundo virtual es completamente real. Los usuarios de Internet no somos ni piratas, ni frikis, somos personas y más vale que muchos lo tengan claro. Sin duda, como dice Mercedes Galán en el debate de El Futuro de la Red y su blog fue lo mejor, con diferencia, de la gala de los goya.

Después de todo esto me gustaría pensar que algún día, en alguna facultad, el discurso de Alex de la Iglesia se estudiará como uno de los primeros ejemplos de una nueva forma de comunicar. Aunque el término 2.0 está un poco manido, lo cierto es que creo que explica gran parte de su éxito.

Cuando hablamos con empresas e instituciones y les damos recomendaciones para su comunicación en la red, siempre partimos de lo mismo. Que no tengan miedo a ser más transparentes y poner en valor el debate que hay detrás de cada decisión. Evitar el dogmatismo.

En la gala de los Goya el director de la academia no dio ninguna solución concreta para el problema de la crisis de la industria cultural, ni indicó cómo habría que reformar la ley de propiedad intelectual. Sin embargo fue capaz de contentarnos a todos, simplemente por eso, por decir que hay debate y por ponerlo encima de la mesa. Simplemente por darnos la palabra a todos.

Hasta su discurso los comentarios en Twitter giraban alrededor del supuesto boicot informativo de RTVE a las acciones de Anonymous, se multiplicaban las críticas a la ministra Sinde y los artistas se etiquetaban desafordamente como parásitos subsidiarios de inmerecidas subvenciones. Gracias a Alex el cine español se salvó de la quema total. Es una pena que se vaya.

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