Freedonia y el arte del crowdfunding
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Freedonia y el arte del crowdfunding

Freedonia en la sala Sol. Foto de Fernando F. Hevia

Freedonia en la sala Sol. Foto de Fernando F. Hevia

Freedonia en la sala Sol. Foto de Fernando F. Hevia

Freedonia en la sala Sol. Foto de Fernando F. Hevia

¿Existirían las megaconstrucciones de Calatrava sin la especulación urbanística? ¿Qué es primero, la telebasura o el consumo de masas? ¿Qué sería de Murakami sin el mercado del arte?

Es muy significativa la relación entre la obra de arte y su distribución. Tanto que no se debería analizar ningún elemento artístico o cultural sin tener en cuenta el mercado en el que se crea la obra y cómo se distribuye.

La innovación se produce cuando mundos muy distantes entre sí, encuentran un motivo para juntarse y crear cosas nuevas y eso es lo que viví el pasado viernes 28 en el concierto de Freedonia. Hacía un par de años que no les oía en directo y la verdad es que me sorprendió ver como abarrotaron la mítica Sala Sol y, sin ningún complejo, hacían bailar hasta a los más oxidados.

Freedonia en la sala Sol

Freedonia en la sala Sol. Foto de Fernando F. Hevia

Al final del concierto estuve hablando con los músicos Israel Carmona y Roberto García y me encantó descubrir cómo está innovando Freedonia en la distribución y financiación. Israel, que participó como alumno en uno de nuestros cursos de Community Manager, me comentaba que el disco fue financiado a través de crowdfunding y que las copias se distribuyen bajo licencia creative commons.

Aunque esto en sí no es una gran novedad, puesto que muchos artistas ya están poniendo en práctica estas nuevas fórmulas, sí que es insólito que se haga bien. Freedonia mantiene viva y cuida la relación con su comunidad de seguidores para, de esta forma,  sacar adelante un disco sin la presencia de ningún intermediario o discográfica. Por hablar de números, a través de la plataforma Goteo.org consiguieron más de 8.000€ para la grabación de su último disco.

Este ejemplo me sirve para llamar la atención a muchos que entienden el crowdfunding como pedirle dinero a los amigos para hacer un proyecto, o a otros que ven las redes sociales con tal miopía que nunca conseguirán este tipo de relaciones. Freedonia es un ejemplo sencillo de un grupo que entiende el nuevo medio, entiende la nueva distribución y sabe que esto consiste en crear una comunidad y que cada uno de los miembros, cada uno de sus fans, se sienta partícipe del producto final: el disco. Algo tan sencillo y tan complicado.

Seguro que a día de hoy los ingresos de la mayor parte de los artistas que optan por estas fórmulas son insuficientes e incomparables con los números de la música de hace un par de décadas, pero es fundamental seguir avanzando en el diseño de nuevos modelos de negocio. Conseguir que los fans pasemos de compradores a productores de discos tiene un mérito tremendo y los efectos de esto ya se perciben en la propia obra… Para muestra un botón 😉

4 Comments

  1. Paula Siguero dice:

    Muy buen artículo, Marcos.

    Hablando sobre esto con un gran músico que lleva muchos años intentando ganarse el pan sin «venderse», me planteaba cómo a él le parecía que sólo cambiaba de manos el poder del dinero: ahora en vez de ser Sony, eran los fans los que dictaban las normas. Esgrimía el argumento de que los fans pagaban por «algo» en concreto y que ya no ibas a tener libertad de hacer la música que te diera la gana.

    ¿Qué opináis? Yo no estoy totalmente de acuerdo pero, desde aquella conversación, una pequeña parte de mí no lo ve todo tan bonito 😉

    Quisiera hacer una mención especial a las fotos de Fernando F. Hevia. ¡Me encantaron!

  2. Gracias Paula!!
    Creo que el tema es ver qué implicaciones tiene cada forma de financiación en lo que uno hace. No hablo sólo del arte, sino de cualquier actividad economica.
    En este sentido creo que la idea de que sean muchos agentes los que te financien es mejor que escenarios en los que sólo unos pocos tienen la posibilidad de hacerlo, porque tiende a crear oligopolios y un abuso en la intermediación.
    Pero sin duda, el crouwdfunding está empezando, es un complemento y, a día de hoy, no es la solución definitiva y no es fácil saber cómo afectará a la forma de crear en el futuro.
    Pero a mí me tiene muy buena pinta 😉

  3. Gracias por el artículo Marcos.

    En contestación a Paula, y para que así se lo traslade a su amigo en caso de estimarlo oportuno, ni uno sólo de los cofinanciadores de nuestro proyecto nos dijo jamas que deberíamos hacer, cuanto debíamos tardar, discutió el precio o dio cualquier otra indicación. Sólo confiaron en algo que previamente conocían y les gustaba, y quisieron hacerlo posible.

    Antes de internet muchos discos se compraban a ciegas, sin escucharlos, sólo porque «fulanito era famoso», otro gran porcentaje se compraban porque eran los que había, taladrados en radios sin piedad y distribuidos en exclusividad por las tiendas de España sin excepción, relegando a la compra por catálogo los productos más interesantes, que solian comprarse en el extranjero y bien caros.

    En cualquier caso cuando los ponías y no te gustaban te los comías con papas.

    El dinero siempre lo ha puesto el público, la diferencia es que antes se abusaba de ese público con ganancias en intermediarios que, además, si que coartan la creatividad de los artistas. Ahora, a través de internet y mientras éste siga siendo libre, se abren vías para que esos precios sean más asequibles y que sea el público quien decida apostar por los proyectos que le interesan.

    A pesar de que las grandes compañías, radiofórmulas, los oligopolios editoriales y demás, siguen tratando de mantener su secuestro a la cultura y su gallina de los huevos de oro, hay una posibilidad de que el dinero, obtenido por un precio justo y un proyecto de calidad, vaya directamente a los que han creado la obra: músicos, estudio, diseñadores de portada, fotógrafos, técnicos de sonido, masterizadores… con cifras al azar para poner un ejemplo; de un disco de 20 euros el equipo artistístico se llevaba 1 y 19 para intermediarios (con muy poquito margen para las tiendas). Financiado con crwdfunding y autodistribuido al usuario le cuesta 10 €, de los que 6 llegan a ese equipo artístico, haciendo posible que puedan pagar la luz y seguir creando contenidos, manteniendo la comisión del distribuidor que al fin y al cabo realiza una labor muy necesaria.

    … bueno sin más, estamos muy contentos y orgullosos de nuestro público, porque el que ha podido nos ha ayudado a hacer posible nuestro disco, que es suyo y nuestro, echo tal y como estaba concebido, no son 8000 pavos, es sobre todo un montón de votos de confianza que a la postre te sirven de bandera y que lo hacen posible todo.

    Lo más importante de todo no es que sea un «comercio» más justo, lo que realmente importa es que ven la luz proyectos que de otra forma jamás saldrían de un cajón, en nuestro caso somos 10 músicos y las letras son en inglés… jamás nos hubiesen financiado.

  4. Gracias por tu comentario Fran. Es un placer conocer de primera mano vuestras motivaciones. Mucha suerte en los próximos proyectos 😉

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